miércoles, 25 de febrero de 2015

Los Cristeros del Volcán de Colima, Los claudicantes excomulgados

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
 “LOS CLAUDICANTES EXCOMULGADOS”
Viene de la edición # 335
La Iglesia por su parte, por boca de sus Prelados -en nuestra provincia el Excmo. Metropolitano Sr. Arzobispo don Francisco Orozco y Jiménez- excomulgaba a los que así, en su Arquidiócesis, en los momentos de tan tremenda angustia, se aliaban con los perseguidores y traicionaban sus principios. Nuestro anciano Prelado, días después, ya estando fugitivo fuera de la capital de su Díócesis decretó igual excomunión. 
Fue en el corredorcito humilde de la casa cural de la Iglesia de la Tercera Orden, en Tecalitlán, Jal., donde fue firmado por el Excmo. Sr. Obispo Velasco el decreto de excomunión contra todos los que traicionaban así, en la Diócesis de Colima, a su Santa Madre la Iglesia. Del documento copiamos los siguientes párrafos:
Como se desprende fácilmente al solo considerar la disyuntiva propuesta, no se trata simplemente de exigir la guarda de la Constitución, sino que se quiere el compromiso expreso de secundar la acción actual del gobierno, que es netamente de persecución para la Iglesia.
En tales condiciones, ha llegado el momento de resolver entre otra disyuntiva, o prevaricar de su fe y renegar de la creencia de sus antepasados, para poder secundar la actitud del gobierno, o decir como los mártires de los primeros siglos: No podemos.
He meditado delante de Dios la respuesta, lo he consultado y después de esto, creo que mi deber es advertir que a los católicos de ninguna manera les es lícito contestar adhiriéndose a la actitud actual del Gobierno, y que incurrirán en falta grave contra la fe los que se atrevan a hacerlo, y además, apoyado en los sagrados cánones, declaro que incurren en excomunión que me reservo.
PROVIDENCIAS DEL EXCMO. SR. OBISPO DE COLIMA
- Mira -dice con acento firme y pausado el santo anciano Obispo de Colima al Padre Pro-Secretario de la Sgda. Mitra D. Enrique de Jesús Ochoa, ahí en el corredorcito de la Iglesia de la Tercera Orden de Tecalitlán, Jal., cuando con motivo del decreto de excomunión de los perseguidores había tenido que ir a entrevistarlo-, tenemos que ver adelante, porque los tiempos son malos, son pésimos y cada día se agravan más. Hay necesidad de asegurar que no falte en Colima quien haga mis veces como Vicario General. Si el Sr. Uribe o tú faltasen, el que quede, con la autoridad mía, nombre quien sustituya al que falte, de suerte que siempre sean dos. Si más tarde uno de esos dos falta igualmente, porque tenga que huir o porque lo maten, el que quede en pie, en nombre mío, autorice a otro que continúe gobernando en mi nombre, y así sucesivamente.
- Ilmo. Señor -replica el Padre Ochoa-, pero un Vicario General no puede nombrar a otro Vicario General.
- Sí, esta bién, no puede; pero ustedes lo harán, en caso que fuese necesario, no en nombre propio, sino en nombre mío. Mejor dicho: yo me valgo de Uds., para que escojan la persona, pero la autoridad la doy yo.
- Muy bien, Ilmo. Señor -replicó el Padre Pro-Secretario.
- Pero hay que escoger las personas: que sean sacerdotes ejemplares en su vida, hasta donde la humana fragilidad lo permite y que amen a la Iglesia aun sobre su vida misma: que no vayan a claudicar y a entregar en manos del enemigo los derechos de Dios; que no sean de los que andan en componendas con los perseguidores.
CONTINUARÁ SIGUIENTE...














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