lunes, 16 de febrero de 2015

Presidente por unas horas, RELATOS DEL COMALA DE AYER por el Profr Rubén Jaime Valencia Salazar.

RELATOS Y LEYENDAS DEL COMALA DE AYER
Nuevamente estaremos compartiendo con ustedes apreciables lectores los temas que con exquisitez relata nuestro amigo el profesor Rubén Jaime Valencia Salazar, sobre diferentes temas y relatos de nuestra gente, pero sobre todo controversiales del entorno municipal.
Textos y argumentos históricos y relatos que abordan situaciones de las familias que nos precedieron y también porque no? muchos aun convivimos en este lindo rincón del suelo Colimense.
Los invito pues a darse una refrescada sobre el acontecer municipal y cotidiano de nuestro pueblo bajo la incipiente pluma del “Profe Jaime Valencia”.  
¡¡Bienvenidos a esta ducha mental!!
PRESIDENTE POR UNAS HORAS.
Profr. Rubén Jaime Valencia Salazar
Los años se sucedían y pareciese que los problemas sociales surgidos desde 1910 nunca terminarían, la tranquilidad en la vida cotidiana de los habitantes de Comala y sus alrededores se había convertido en un verdadero caos, al principio por el surgimiento de el Indio Alonso quien se decía villista y asolaba la región con un grupo de bandoleros, después otros quienes, siguiendo el ejemplo del primero, tenían como guaridas recónditos espacios que les proporcionaban el Cerro Grande y los  volcanes, lugares hasta los cuales nunca se atrevían las autoridades a perseguirlos.
Más tarde surge el movimiento armado conocido como Revolución Cristera que tiene sus albores en el año de 1926 y persiste hasta 1929.
Años difíciles en que prevalecía la inseguridad en el campo y hasta en las mismas poblaciones ya que en el momento menos esperado arribaba algún grupo armado que tomaba la plaza y nombraba como autoridad municipal a persona que se identificaba como su simpatizante o ratificaba el cargo a quien lo ostentaba, permaneciendo en el encargo hasta la llegada de otro grupo que realizaba el mismo acto que el anterior.
En el lapso de 1910 a 1929 en Comala subsistieron 37 Presidentes Municipales, algunos de ellos lo hicieron por un tiempo razonable y otros sólo por unos días.  
Arcadio, vecino del pueblo, desde hacía algún tiempo había descuidado su trabajo que realizaba con gran responsabilidad y a últimas fechas se dedicaba a ingerir bebidas embriagantes.
El reloj instalado en el Palacio Municipal punteaba con sus manecillas las once de la noche de aquel 11 de Diciembre de 1923 cuando hace su arribo un grupo armado, no identificado, que en breves segundos se posesiona del recinto oficial sin que el reducido número de vecinos que permanecía a esa hora en los alrededores se atreviese a vitorear al cabecilla ante el temor de una equivocación y ser pasado por las armas, sólo de entre el grupo de asistentes surge la voz aguardentosa de Arcadio que emocionado y a todo pulmón lanzaba vítores con un nombre desconocido entre los vecinos asistentes. 
Arcadio fue interceptado por algunos armados y presentado ante el dirigente de bandoleros quien le felicitó por ser el único valeroso que no se ocultaba para pregonar el nombre de su Jefe Supremo, por lo que de inmediato y ante el asombro e incredulidad de los presentes, le nombró Presidente Municipal.
Llega Arcadio hasta el lecho en donde descansaba su esposa siendo enterada sobre su nombramiento y requerida para que, de inmediato, fuera en busca de una sirvienta que iniciaría sus labores al día siguiente y de paso llegara con la esposa de Don Tomasito a fin de que le enviara, fiadas, dos gallinas de las más gordas, ya que en la casa del Presidente Municipal, cuando menos, debería de existir una doméstica y comerse gallina a diario. 
Mayúscula fue la sorpresa de Arcadio al presentarse en las oficinas para iniciar sus funciones como Presidente, ya que éstas, desde las cinco de la mañana, eran ocupadas por Don Manuel quien había sido nombrado por el nuevo grupo que a esa hora había tomado la plaza.
Por tales acontecimientos la doméstica fue despedida de inmediato, quedándole a deber su día de salario y ante la continuidad de cobros de la mujer de Don Tomasito, sobre el importe de las gallinas, Arcadio expresó a su esposa: Dile a la vieja hija de la chingada que si yo perdí la Presidencia Municipal, es de justicia que ella pierda las dos pinches gallinas.
Fin de este segmento; pero continuarán.















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