sábado, 14 de marzo de 2015

Sangre de Mártires y la consagración a la inmaculada en Los Cristeros del Volcán de Colima

LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
 “SANGRE DE MÁRTIRES Y LA CONSAGRACIÓN A LA INMACULADA”
SANGRE DE MÁRTIRES
La sangre de los mártires corría ya en estos días por todas partes, mártires verdaderos de Cristo; pues sufrían y morían por la causa de Jesucristo. Ni siquiera se podía alegar, por parte del régimen de la revolución, que los medios que los católicos empleaban no fuesen legales, pues aún no llegaba la hora en que principiara la magna epopeya de la Defensa Armada, en que un pueblo, agotados todos los medios pacíficos y ante la más brutal y nefasta tiranía, sin contar con medios ningunos bélicos, se lanzó, así como ya lo habían hecho los Macabeos, allá en los tiempos del pueblo de Israel, a defender su Patria y su Religión.
LA CONSAGRACION A LA INMACULADA
En el mes de diciembre fue cuando, según disposición del Episcopado Mexicano, dada en Carta Colectiva, México se consagró a María Santísima en el misterio de su Inmaculada Concepción. Los apóstoles de la Liga fueron los que hicieron también todo: la ciudad se inundó de pequeñas tiras de papel con esta inscripción: Oh María concebida sin pecado, rogad por nosotros que recurrimos a Vos, tiras que fueron pegadas en puertas y ventanas. Y luego, en los días 8 y 12, la demostración de fe y amor ferviente del pueblo colimense a la Santísima Virgen María, fue extraordinaria y muy hermosa. Cada hora se estuvo recitando el acto de consagración; cada hora, durante todo el día, un especial ejercicio de desagravio a María Santísima. La Catedral y los demás templos estuvieron llenos a más no poder. ¡Cuánto se oró en esos días! Con qué fervor se entonaban sin cesar cantos de alabanza a la Santísima Virgen. El Viva Cristo Rey resonó entonces con más vehemencia y frecuencia que en ocasiones anteriores.
EL PASTOR BONUS
Fue al terminar el otoño, acercándose ya los días del invierno, cuando el amado Pastor de la grey colimense, el Excmo. Sr. Dr. D. José Amador Velasco, abandonó los poblados para remontarse a las abruptas serranías de su Diócesis, allá por el lado oriente, colindando con Michoacán. Contaba entonces 70 años de edad.
Delicado, enfermo, lleno de achaques, el virtuoso Obispo de Colima Mons. Velasco se formó el propósito de no abandonar a sus hijos, aunque le costara la vida. Es cierto que era ya imposible su permanencia en la ciudad episcopal y aun en cualquier otra población; pero su Diócesis tenía sierras y ahí viviría como fugitivo sin abandonar la grey que Dios había puesto bajo su cuidado.













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