lunes, 15 de junio de 2015

Los Cristeros del Volcán de Colima. Incruentas aventuras y escuela preparatoria de Guadalajara


LOS CRISTEROS DEL VOLCÁN DE COLIMA
Viene de la edición anterior
 “INCRUENTAS AVENTURAS Y ESCUELA OFICIAL DE GUADALAJARA"
Libro Segundo Capitulo Primero
En 1924 no era ya Dionisio Eduardo el jovencito de poca significación que repartía propaganda, sino el Director del valiente Semanario Católico La Reconquista que defendió con toda intrepidez, en medio de cien borrascas, los intereses católicos.
Fue en este tiempo Presidente Regional de la A. C. J. M. y su palabra enérgica y candente vibraba con frecuencia para arengar a los católicos, ya en las juntas de sus compañeros, ya en las reuniones o fiestas públicas. Su labor fue entonces conocida y apreciada por todos, amigos y enemigos, y sin ápice de respeto humano, ostentando en la solapa de su saco su querido distintivo de la A. C. J. M., entraba
diariamente al Palacio de Gobierno al desempeño de su trabajo. Se daba el caso de que allí, a su mismo escritorio en Palacio, le llevaran las pruebas de su valeroso semanario, al cual nunca los tiranos pudieron hacer callar, ni con amenazas, ni con promesas o halagos (ya se dijo antes cómo, por esta causa, Dionisio Eduardo fue depuesto de su empleo y arrojado a la calle por el entonces Gobernador de Colima Solórzano Béjar; lo cual no amilanó su espíritu, pues su constancia en el apostolado fue inquebrantable).
EN LA ESCUELA OFICIAL PREPARATORIA DE GUADALAJARA
La tenaz conducta de aquel luchador católico no pudo ser soportada por la tiranía, y así un día -el 1° de octubre de 1925-, cuando nuestro joven salía al mediodía de su trabajo, fue puesto en prisión, como ya se ha dicho, mas a pesar de haber recibido su libertad, tuvo necesidad Dionisio Eduardo de abandonar temporalmente Colima porque se tramaba su asesinato.
Ya por aquel entonces su hermano Enrique de Jesús había terminado sus estudios del Seminario y recibido las Sagradas Ordenes del Sacerdocio y, por tanto, los trabajos de Dionisio Eduardo no eran completamente indispensables para el sostenimiento de la familia. Debido a ello pudo pasar a la ciudad de Guadalajara y retomar al estudio, ingresando a la Preparatoria Oficial.
Llevando una vida algo más limitada que la ordinaria de los estudiantes, pasó Ochoa los quince meses que permaneció en la Perla Tapatía, mas en esos quince meses supo granjearse la estimación y afecto de los Maestros y compañeros, por su muy notable aprovechamiento y valor civil. Fuere preciso presentar examen desde sexto año de instrucción primaria, porque el entonces Director de Instrucción Pública en Colima, no obstante que en tiempos anteriores a la Revolución había sido profesor en el Colegio San Luis Gonzaga y maestro suyo, atendiendo a lo que Dionisio era por aquellos días, se negó a extenderle certificado alguno; mas esto fue ventaja en cierta manera, pues no encontrando apoyo ninguno, fue más enérgica su dedicación y más patente su aprovechamiento.
Cuando por última vez salía de la Escuela Oficial tapatía, en diciembre de 1926, para volver a Colima a pasar sus vacaciones de Navidad, llevaba ya presentadas casi todas las materias de la Preparatoria, a título de suficiencia.
Continuará



















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