miércoles, 13 de enero de 2016

Juan Rulfo Vizcaino a 30 años de su muerte

CENTRO CULTURAL JUAN RULFO EN COMALA A 30 AÑOS DE SU PARTIDA
Debe su nombre al escritor Jalisciense Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, quien de acuerdo con sus registros nació el 16 de mayo de 1917 en Sayula, Jalisco y murió hace 30 años, el 7 de enero de 1986.
El centro cultural Comalteco en honor a sus obras “Pedro Paramo”, El Llano en Llamas”, libro que apareció en 1953, un sitio de distinción en la literatura latinoamericana que el entonces secretario de cultura de gobierno del estado de Colima Lic. Rubén Pérez Anguiano le diera en su inauguración y a cuentos como “¡Diles que no me Maten!”, “La Noche que lo Dejaron Solo”, “Luvina” o “Nos Han Dado la Tierra”.
“Pedro Páramo” la única novela que Rulfo escribió y que fue publicada en 1955, merece mención aparte. Una obra que crea un universo que es ya referente obligado del imaginario fantástico en lengua española: “Comala”.
Este novelesco y mágico lugar, es refugio de pecadores, purgatorio en el que se desatan las pasiones humanas, donde sus habitantes están sentenciados a una eterna memoria de tristeza y desamparo.
Son los muertos que hablan, quienes se ven arrastrados al martirio de ver la existencia a través de los recuerdos, porque ya no están vivos, sólo son seres hechos de nostalgia, de retazos, de suspiros, con ojos que sólo ven un camino, una senda que siempre se dirige a Comala.


“Pedro Páramo” es el espíritu que se encargó de unir la vida de Comala, él es el núcleo que surgió en “La Media Luna”, hacienda en donde comenzó y terminó la vida del pueblo. Pedro Páramo no puede marcharse y sigue cargando el dolor propio multiplicado, porque su miseria es la miseria de todos, y los espíritus no dan tregua, jamás descansan.
“Tengo la boca llena de ti, de tu boca. Tus labios apretados, duros como si mordieran oprimidos mis labios... Trago saliva espumosa; mastico terrones plagados de gusanos que se me anudan en la garganta y raspan la pared del paladar... Mi boca se hunde, retorciéndose en muecas, perforada por los dientes que la taladran y devoran. La nariz se reblandece. La gelatina de los ojos se derrite. Los cabellos arden en una sola llamarada”, dice Páramo, quien siente la muerte y el amor como un malestar físico que le devora el espíritu.
Es el amor el don y castigo de Pedro Páramo, y el nombre de Susana San Juan le regresa una y mil veces porque Comala existirá siempre, así como el dolor, la angustia y la amargura infinita de todo aquel que acercó sus pasos a este pueblo perdido tras las montañas, a este pueblo signado con tinta en la memoria.
“Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno” narrador jalisciense, quien murió hace 30 años, el 7 de enero de 1986, es el artífice de una serie de relatos que hablan del miedo, la soledad, el deseo, la confusión, la revolución y la tierra.
“Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. Está aquí a mi lado, con su vestido color de rosa, mirando el río desde la barranca y sin dejar de llorar. Por su cara corren chorretes de agua sucia como si el río se hubiera metido dentro de ella”, relata el autor en el cuento “Es que Somos muy Pobres”. Un texto que, como la mayoría de sus escritos, se convirtieron en el retrato de quienes vivían en medio de la desesperanza. 
Después casi medio siglo de crítica y estudios literarios, miles de páginas se han publicado para ofrecer respuestas a las interrogantes suscitadas por las poco más de 300 páginas escritas por el mexicano.



Los paisajes rurales son escenario de los cuentos ―y de su no menos valiosa obra fotográfica― que giran en torno a la vida de los campesinos mexicanos, historias que están incluidas en “El Llano en Llamas”, libro que apareció en 1953 y que contiene 17 narraciones.

"Juan Rulfo es la tentativa que no ha podido ni podrá tener continuidad y para alguien que fue tan humilde en cuanto a la calificación de su trabajo, la dimensión, la grandeza de lo que escribió le permitía siempre el asombro", sostenía el cronista Carlos Monsiváis, quien justamente obtuvo el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo, antes de que al galardón le fuera retirado el nombre del autor de “El Gallo de Oro”.

La fundación Juan Rulfo, según apunta “Reforma”, recomienda la lectura de diversos libros para acercarse a la obra del escritor jalisciense: “Juan Rulfo, el Arte de Narrar (UNAM, 2012), de Francoise Perus; “Rulfo: Otras Miradas” (Tinta Roja, 2010), de Víctor Jiménez, Julio Moguel y Jorge Zepeda; “Rilke, Rulfo” (Samsara, 2012), de Alberto Vital; y “Tras los Murmullos” (Museo Tusculanum, 2010), de Anne Marie Ejdesgaard Jeppesen.













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